Las palabras "no tengáis miedo", eco de una invitación similar realizada hace cuarenta y cinco años por san Juan Pablo II en un contexto diferente, fueron la clave del discurso del Papa Francisco a los jóvenes durante la vigilia de la Jornada Mundial de la Juventud de este año, que tuvo lugar en el Campo da Graça (Campo de Gracia), en Lisboa, el 5 de agosto. Los momentos más destacados de la 37ª Jornada Mundial de la Juventud, con el tema "María se levantó y se fue deprisa" (Lc 1,39), celebrada del 1 al 6 de agosto en Lisboa, capital de Portugal, fueron: la Misa de apertura presidida por el Cardenal Patriarca de Lisboa, S. Em. Dom Manuel Clemente; la ceremonia de bienvenida, que supuso el primer encuentro de los jóvenes con el sucesor de San Pedro; el Vía Crucis presidido por el Papa; la Vigilia y la Misa Misionera, ambas presididas por el Santo Padre.
Entre el aproximadamente millón y medio de jóvenes que participaron en la Jornada Mundial de la Juventud de este año, se contaban cuatro de nuestros seminaristas que, gracias a don Claudio Gonzaga, párroco de la parroquia de San Terenziano, en Cavriago, tuvieron el privilegio de participar junto con los jóvenes de su parroquia y, por extensión, de toda la diócesis de Reggio Emilia y Guastalla. Estos cuatro seminaristas, Mauricio Silva Andrade, Ángel Cepeda Pérez, César Augusto y Salomón Ezekwueme, relatando su primera y única experiencia de la JMJ, señalaron que, a pesar de las pequeñas dificultades que encontraron, la JMJ sigue siendo una experiencia que ha dejado huellas profundas e indelebles en su vida espiritual y eclesial. Según ellos, fue en efecto una experiencia de profunda esperanza, testimonio de la alegría de los jóvenes que se reunieron procedentes de diversos países para compartir con el Papa este momento especial de encuentro de fe.