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Ordenación en Orta de Atella

"Tejer una red sólida de relaciones fraternales es una tarea prioritaria de la formación permanente", dijo el Papa Francisco el 6 de junio al reunirse con los participantes en la Asamblea Plenaria del Dicasterio para el Clero en el Vaticano. Cuando un seminarista recibe la ordenación, es un momento de inmensa alegría para la comunidad del seminario, y este gozo se multiplica cuando sus hermanos seminaristas y sacerdotes pueden participar en ella.


Xavier Mulupuri, un seminarista indio de la diócesis de Srikakulam, antiguo alumno del Sedes Sapientiae, fue ordenado diácono el 20 de octubre de 2024 en la parroquia de San Massimo Vescovo (Orta de Atella, Aversa, Nápoles). Ofició la ceremonia Mons. Vijay Kumar Rayarala, obispo de Srikakulam. Sumándose a la alegría de Xavier, la ordención contó con la asistencia de don Eduardo Gil, don Eduardo Baura y siete seminaristas que viajaron hasta Nápoles para este evento.


Xavier, quien ha prestado servicio pastoral en la misma parroquia durante largo tiempo, fue calurosamente recibido por la comunidad local, también porque se trataba de la primera ordenación diaconal en la parroquia en 29 años. La celebración fue adecuadamente acompañada por un gran y vibrante coro y una numerosa congregación de asistentes. El párroco, don Paolo Gaudino, y los feligreses organizaron con gran afecto la ordenación y la recepción que siguió. En la ceremonia estuvo presente Mons. Armando Dini, arzobispo emérito de Campobasso-Boiano, que había predicado a Xavier los ejercicios espirituales previos a la ordenación. Mons. Antonio Spinelli, obispo de Aversa, acudió a saludar al nuevo diácono.


El grupo de nueve personas—los seminaristas y los dos formadores— pudo conocer de cerca a la activa comunidad parroquial de Aversa y a don Paolo. Tras la ordenación, se alojaron en la casa del Pontificio Instituto Misiones Extranjeras (PIME), donde al día siguiente celebraron la misa junto con el rector. Durante este viaje, también hubo tiempo para visitar la catedral, el puerto y el centro urbano de Nápoles. Compartir tantas alegrías con Xavier y con la comunidad parroquial de San Massimo fue una experiencia sin duda memorable.




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